jueves, 29 de enero de 2009

Masaje erótico, masaje terapéutico:

Masaje erótico, masaje terapéutico:
La diferencia entre un masaje efectuado por un profesional o el que podamos dar a nuestra pareja radica en un hecho esencial: para dar un masaje erótico no es necesario ser un terapeuta, solamente se necesitan dos manos, un poco de cariño y el cuerpo complaciente del otro. Ahora bien, si se aprenden ciertas cosas el masaje podrá proporcionar sensaciones placenteras y sexuales muy altas y para ello no basta el amor sino la técnica.
Primer requisito: no te lo tomes muy en serio, relájate y bromea con tu compañera/o continuamente. Mediante el masaje podrás sentir placer tanto como el que lo recibe, así que piensa también un poco en ti y disfrutar con el sobo que vas a otorgar. Una vez que empieces tu trabajo deberás buscar cualquier rincón escondido de su cuerpo, evitando por supuesto las cosquillas ya que pueden suponer un freno inmediato a la estimulación sexual. Pronto notarás que hay pliegues y rincones tremendamente erógenos y que pasan desapercibidos incluso para todos nosotros, pero no te concentres en ellos de momento, no abuses, ya que en la primera fase de lo que se trata es de relajar, no de hacerle vibrar enseguida. Sé que es un impulso muy fuerte el empezar a manipular las zonas sensibles (pene o vagina), pero deja el plato fuerte para el final, cuando la caldera ya esté a tope. También debes evitar el tocar zonas que a ti mismo te desagraden (por ejemplo, la zona anal) ya que a diferencia de los masajes eróticos impartidos por profesionales, lo que importa es que ambos lo paséis bien, no solamente quien recibe las caricias.
Debes tener en cuenta igualmente que no se trata de presionar o golpear el cuerpo del otro, al modo de los masajes terapéuticos, sino más bien de efectuar caricias que despierten sensaciones dormidas o que nunca existieron. Se trata de prepararle para el coito y para ello debes emplear más tus reflejos eróticos que tus conocimientos del cuerpo humano. No hay duda que un suave pase de tus manos por todo su cuerpo es algo sumamente placentero y que provoca un sentimiento de cariño hacia ti por parte del que lo recibe; nadie odia a quien nos da placer, al menos en ese momento. Este primer contacto calentará la piel (y lo demás) y relajará los músculos agarrotados, al mismo tiempo que estimulará todo el sistema linfático y hará mucho más sensibles a las terminaciones nerviosas que existen en la piel. Con el paso del tiempo y a base de tanto masaje, el cuerpo se hace sumamente sensible al contacto y se desarrolla una curva ascendente de placer que no tiene fin. Al contrario que ocurre con otras actividades humanas, cuantas más veces realices el amor más ganas tendrás de volver a intentarlo de nuevo. La abstinencia no crea apetito sino anorexia, ya que el cuerpo se acostumbra a todo.
Los preparativos
Como damos por supuesto que ambos van a estar desnudos es imperativo que la habitación no esté fría. En este sentido hay que distinguir entre verano e invierno, ya que hay sensibles diferencias. En invierno el masaje produce también un aumento del calor corporal muy agradable, pero en verano ese mismo calor puede hacerse insoportable, por lo que hay que cambiar la técnica y pasar a manipulaciones más suaves, sin roces excesivos. Y ahora ya tenemos a tu pareja tumbada, desnuda, y dispuesta a que la hagas volar a otro mundo a base de fuertes sensaciones. Lo que no sabemos es porqué, cuando pedimos que alguien nos dé un masaje, por instinto nos ponemos boca abajo, cuando es obvio que en el masaje sexual las zonas más importantes están frontalmente. Como el orden tampoco importa, quizá sea mejor así, ya que, a fin de cuentas, la primera fase debe ser de relax, no de estimulación.
La postura más difundida consiste en que tú, el masajista, te pongas encima de tu pareja justo en los muslos y desde ahí empieces a tocar sus hombros. Si como suponemos ya habías pensado en ello, no olvides que el simple contacto físico entre ambos ya puede empezar a calentar motores, ya que estamos apoyando nada menos que nuestros genitales en su cuerpo y si a un hombre excitado se le reconoce enseguida a una mujer también, aunque no precisamente por su dureza. Si tienes la intención de que el masaje sea prolongado (evita tu propio agotamiento) mejor te aprovisionas de un aceite adecuado, especialmente aquellos muy olorosos. En este sentido, puedes emplear como lubricante base el aceite de almendras dulces, el de semillas de uva o, en su defecto, incluso el de oliva, pues todos pueden servirte por igual. Lo que es muy conveniente es que lo mezcles con algún aceite esencial adecuado para la ocasión y que pueden ser de romero (muy estimulante), de salvia (especial para la mujer), de menta (adecuado en verano por el frescor que proporciona) o de ajedrea (para casos de frigidez.)
Ahora sí que está todo a punto para el masaje: ya tienes la habitación calentita, la cama dispuesta, suficiente intimidad para que nadie los interrumpa (a no ser que alguien se quiera sumar a la fiesta), están ambos desnudos, tu pareja encima de ti, y el aceite de masaje con la esencia adecuada. Adelante y a disfrutar.

No hay comentarios: